Boca le ganó 2-0 a Olimpo y sumó su segundo triunfo del torneo. Sánchez Miño marcó el primer gol y Riquelme, de penal, el segundo. El conjunto de Bianchi mostró actitud y progresó ofensivamente.
Algo que más que tres puntos. El xeneize necesitaba no sólo un triunfo, sino también un notorio progreso en el nivel futbolístico. En parte, lo logró. Ante Olimpo, el conjunto conducido por Carlos Bianchi subió un escalón.
Con el regreso de Juan Román Riquelme (cumplió su partido 200 en Boca) a la titularidad tras más de 100 días, el xeneize planteó una idea más ofensiva que en cotejos anteriores. El conjunto de Wálter Perazzo también se la hizo fácil: luego de un inicio combativo, se recluyó atrás a la espera del contrataque.
El rendimiento de Boca fue desparejo. Tardó en hallar las conexiones entre la sabiduría de Riquelme y la chispa de Acosta. En las dos bandas, tanto como Sánchez Miño e Insúa, como Marín y Erbes, tuvieron un muy buen rendimiento. Arriba, Gigliotti navega en la irregularidad: está al acecho del gol pero demasiado impreciso.
En la primera parte Boca hizo méritos suficientes para convertir. Pero fallaba en el último toque y se mostraba carente de dinámica. En el complemento, el alivio llegó rápido: una escalada por derecha
de Marín y Erbes derivó en Sánchez Miño, que convirtió el primer tanto.
Un poco de aire para el xeneize. Pero lamentablemente, un poco de relajación también. Olimpo empezó a salir de la cueva y las debilidades defensivas de Boca se hicieron carne. Bianchi (nuevamente ovacionado) cambió a Erbes por Rivero y debió incluir a «Chiqui» Pérez en lugar de Forlín, sentido en la cintura. El conjunto bahiense tuvo ocasiones para empatarlo, la más clara fue un cabezazo de Iván Furios que Tripodí controló bien en dos tiempos.
Cuando parecía que Boca iba a padecer el epílogo del partido, una buena arremetida de Insúa llevó a Furios a cometerle penal: Juan Román Riquelme lo cambió por gol con un remate cruzado, selló el marcador y se retiró coreado del terreno de juego.
No hubo más para destacar. El xeneize ganó: mostró progresos ofensivos, recuperó a su cerebro futbolístico -aunque aún en desigualdad física- y pudo convertir dos goles. Ganó más que tres puntos.