Como hace más de 40 años. Por octava vez consecutiva. Esta tarde, Benfica tampoco pudo romper la maldición de Béla Guttmann.
¿De qué se trata? En 1961, el multicampeón técnico húngaro de Las Águilas, Bela Guttmann, acordó la entrega de un premio por parte de la dirigencia del club si el equipo lograba conseguir la Copa de Europa 1961/62. Los directivos del conjunto lisboeta aceptaron pensando en que las posibilidades de ganar el título eran mínimas. Nada de eso. Ese mítico equipo, que contaba con Eusébio, derrotó a Barcelona y Real Madrid en las semifinales y la final, respectivamente, para alzarse con el galardón más prestigioso del continente.
Debido a las dificultades de los directivos para efectuar el pago, el entrenador se fue del club y lanzó su ya famosa maldición: “Sin mí, el Benfica no ganará un título europeo en 100 años”. Hoy, 42 años más tarde, esa lapidaria declaración sigue en la mente de cada uno de los hinchas, jugadores, cuerpo técnico y dirigentes del equipo portugués.
Fue la octava final desperdiciada por Benfica. En esta ocasión, ante Sevilla. A pesar de que la previa prometía un partido parejo y con muchos goles, los 90 minutos reglamentarios y el alargue terminaron 0 a 0. Los dos equipos tuvieron sus chances, pero también sintieron las bajas de algunos jugadores claves: Vítolo y Kevin Gameiro en Sevilla, que estuvieron pero no en su mejor nivel a causa de unas molestias musculares; y Enzo Pérez, que venía siendo vital en Benfica pero se lo perdió por sanción.
Minutos antes de que finalizara la prórroga, Jorge Jesús decidió sacar a Nicolás Gaitán, que había sido titular y estaba demostrando un gran nivel, y en su lugar puso al pibe Ivan Cavaleiro pensando en los penales. Desde los doce pasos, el arquero Beto se lució al taparle los disparos a Tacuara Cardozo y Rodrigo. Como los 4 de Sevilla convirtieron, el conjunto andaluz se quedó con el título.
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