No hubo otro silencio atroz. Boca soñaba con repetir las hazañas de 2004, 2012 y 2013 y silenciar a un Monumental totalmente adverso. Pero la realidad fue otra: esta vez, River lo venció por 1 a 0 con gol de Pisculichi y lo dejó fuera de carrera por la Copa Sudamericana, además de haberle propiciado un golpe durísimo a la moral del equipo y del hincha.
La ilusión xeneize floreció apenas a los 20 segundos de iniciado el partido. Marcelo Meli madrugó en una fracción de segundo a Ariel Rojas, que en el intento de despejar bajó al ex Colón. Delfino no dudó y acertó: claro penal para Boca, además de dos amarillas, para Ponzio y Mercado. Pero la euforia inicial duró también pocos segundos: Gigliotti se hizo cargo del remate, le pegó con poca seguridad y fue bocha fácil para que Barovero se luciera sacándola contra su izquierda.
Aún así, Boca siguió proponiendo: un remate de Carrizo exigió al arquero de River, que dio un rebote largo que, una vez más, desaprovechó Gigliotti. Y siguieron las malas para el Xeneize: Gago comenzó a sentir una molestia que lo terminaría marginando del partido. El local, a los 16, encontró la eficacia que los del Vasco dilapidaron: un rebote fortuito favoreció a Vangioni, que se perfiló y pateó muy desviado. Sin embargo, Pisculichi entró sólo para corregir con clase el remate y ponerla junto al palo, imposible para Orión.
El golpe fue duro. Boca insistió, pero sin suerte, ni siquiera en las decisiones arbitrales: Gigliotti definió arriba para empatar el partido, pero el juez de línea invalidó el tanto, ignorando que el Puma estaba habilitado por Ponzio. Gago debió irse reemplazado – entró Fuenzalida – y el Xeneize, aunque dejó mejor imagen, se fue al descanso con el resultado adverso.
Sólo un gol necesitaba Boca para meterse en la final. Pero si el primer tiempo había sido dinámico e intenso, el complemento no se le pareció en nada. Boca ya no tuvo ideas, relegó la posesión del balón y River se acercó, aunque sin demasiada peligrosidad, al arco de Orión. Los cambios del Vasco – algunos demorados, como el de Fuenzalida por Gago – no surtieron efecto y el Xeneize se estancó, a la espera de un golpe de suerte que difícilmente llegaría. Tampoco subo aprovechar los condicionamientos de Ponzio y varios amonestados del local. El partido comenzó a trabarse y el desarrollo favoreció el juego de River y las demoras de los jugadores hasta el pitido final.
Fuerte golpe para un Boca que venía encaminado y soñaba con hacer historia. Con su juego cuestionable, plagado de infracciones fuertes y jugadores que debieron ser expulsados antes – caso Ponzio, caso Vangioni, que lesionó a Martínez y lo dejó fuera hasta 2015 -, River logró su objetivo primordial y eliminó a Boca. Resultado injusto en lo global, justo en la performance de hoy. Pero, sobre todo, resultado doloroso para el corazón xeneize.